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"Comida chatarra y obesidad infantil" 18 de enero de 2011

Un día nos despertamos con la noticia de que México ocupaba el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial. Le habíamos “ganado” a Estados Unidos. Desde ese día, hasta hoy, han sido varias las opiniones y algunas las modificaciones que se han hecho en cuanto a qué alimentos se pueden o no vender en las escuelas mexicanas.
Una de las nuevas normas que se aprobaron el año pasado, evitan la prohibición total de la comida “chatarra” y reducen el tamaño de las raciones a una por paquete, este cambio de una prohibición total a una más permisiva obedece solamente a los grandes intereses económicos en juego. Esto es, los alumnos, en vez de comprar una bolsita, comprarán dos, para compensar lo que estaban acostumbrados a comer.  Se dice que los lineamientos al respecto se harán en forma paulatina, en tres etapas hasta el año 2013. Así las cosas, los paquetes de galletas o papas podrán tener un máximo de 140 calorías hasta el 2011 y después tendrán que tener 10 calorías menos, esto es 130 calorías. Si consideramos que una manzana tiene alrededor de 40 calorías, la disminución es de una cuarta parte de una manzana aproximadamente, lo cual no me parece nada razonable cuando tenemos un grave problema de obesidad infantil. De hecho, se ha comprobado que un alumno promedio de primaria consume alrededor de 560 calorías cuando en realidad debería consumir unas 275.
Por otro lado, hay quienes opinan que la publicidad dirigida a los niños sobre estos productos, jugos y refrescos, debería desaparecer. Y es que un análisis de medición publicitaria según el Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos y Bebidas dirigidas al público infantil, un niño ve en promedio 61 anuncios al día y 22 mil al año, en donde el 42% de éstos son sobre alimentos.
Y todavía quedan muchas cosas por escuchar y por leer; sin embargo, nos guste o no, la educación en cuanto a la alimentación se inicia en la casa. No niego que la televisión y los empaques influyan, para eso se hacen muchos estudios de índole cualitativo y cuantitativo. Que los alimentos chatarras son muy ricos y casi casi causan adicción, también, para eso se hacen pruebas de paladar con el público meta. Pero recordemos cuando éramos niños ¿quién no fue a la escuela con su torta de pan integral, su ración de fruta y un termo con agua de limón?. ¿Eran otros tiempos? Si, eran tiempos en donde no habían tantos problemas de obesidad porque no nos daban dinero al ir a la escuela, porque los papás sabían que lo usaríamos para comprar toda cantidad de dulces y alimentos grasosos  porque no éramos “capaces” de elegir. El argumento era: “si no, no vas a llegar a comer”. Ahora el argumento debería ser: “no te doy dinero y te preparo la lonchera porque no quiero que seas un niño obeso, tengas problemas de diabetes e hipertensión”; enfermedades que eran sólo para adultos.
Me gusta mucho la mercadotecnia, pero siempre seré de la mentalidad de que el consumidor es quien impone a las empresas lo que venden, porque finalmente son quienes comprarán o no los productos que les ofrecen.  En cuanto a los niños, son los padres los que realizan esta elección; finalmente, son los que tienen el poder adquisitivo para hacerlo. En la medida en que los consumidores hagamos presión a las empresas sobre lo que queremos o no, éstas mejorarán los alimentos que nos ofrecen, su calidad y valor nutricional. 

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