La celebración del Día de Muertos tiene profundas raíces en la cultura de nuestro país; sin embargo, hoy en día se ha popularizado más el Halloween, tanto en México como en otros países. Al respecto, hay quienes aseguran que es la mercadotecnia la culpable de que esta tradición mexicana haya sido desplazada por el Halloween. ¿Pero, hasta qué grado es cierta esta afirmación?.
La mercadotecnia parte de un precepto fundamental que es el de satisfacer las necesidades o deseos de los consumidores u organizaciones. En este sentido, el marketing consta de actividades ideadas para generar y facilitar intercambios para satisfacer estas necesidades o deseos. Para que este intercambio se produzca, deben existir dos partes involucradas, el que tiene la necesidad, y quien posee el producto para satisfacer esa necesidad. Cuando nosotros compramos ciertos artículos, le estamos diciendo a la empresa que nos gustan y que queremos más productos de esos. Cuando buscamos algo que no existe en el supermercado, la cajera nos pregunta si encontramos todo lo que buscábamos y apunta lo que no encontramos y necesitamos. Es una comunicación muy simple y directa que le dice a la empresa cuáles son las necesidades de los consumidores. Otra comunicación indirecta es la compra; si nosotros dejáramos de comprar ciertos productos, tengan por seguro que desaparecerían del mercado, no sería negocio para ninguna empresa producir algo que no se vende. Si por el contrario, un artículo se vende muy rápido, significa que el producto tiene aceptación y que a los consumidores les gusta.
Es un hecho que la cultura global (de origen estadounidense en mayor medida), está desplazando a las culturas locales, debido a un aspecto puramente económico, al ser potencia mundial, tiene el poder para comercializar y generar productos de una manera más rápida. Es en estas circunstancias como se ha popularizado el Halloween en nuestro país, su impacto, como muchas actividades, tradiciones y productos provenientes de Estados Unidos, se están convirtiendo en la cultura global de nuestros tiempos. De esta manera, es más fácil para las empresas generar productos de aceptación global, como las calabazas de plástico, que serán compradas por un mercado mundial, que los productos que sólo serán aceptados por un mercado más pequeño y que pertenecen a un país o región, como el papel picado o las catrinas de Guadalupe Posada, por ejemplo.
Desde mi punto de vista, es el consumidor, finalmente, quien determina lo que se comercializa y lo que no. Hay que recordar que los mercadólogos buscarán satisfacer nuestras necesidades o deseos con sus productos, pero cuando manifestemos esas necesidades y deseos. De nosotros depende que se ofrezcan los productos que nosotros estemos solicitando. Si queremos conservar nuestra cultura, seamos nosotros quienes demos los pasos necesarios para mantener nuestras tradiciones mexicanas vigentes: fomentándolas, enseñándolas, viviéndolas y retomándolas. Si lo que nos duele es que tal vez en el futuro no veremos más altares de muertos en nuestras casas o ciudades, seamos consumidores responsables y analicemos hasta qué punto nosotros también hemos sido los causantes de que estas tradiciones se pierdan. Si somos más analíticos al realizar nuestras compras, podremos darnos cuenta de nuestro nivel de responsabilidad en este cambio de ofertas del mercado.
Y usted … ¿Ya puso su altar de muertos?