Cada día que pasa, las tendencias de consumo están cambiando entre los diferentes segmentos socioeconómicos del mundo. El día de ayer recibí el boletín de De la Riva Group sobre los Perrhijos, la microtendencia de consumo en la que en las familias, los perros se conviertan en “hijos” y para referirse a ellos los han denominado “Perrhijos”. Se reconocen porque tienen ropa, accesorios y muchos juguetes, tienen una alimentación minuciosa y cuidada de acuerdo a sus necesidades, conviven más con personas que con perros, duermen muy cerca de su dueño, tienen apodos como “mi hijo”, “mi niña” o “bebé”, recibe regalos, tienen acceso a todos los espacios de la casa, ven la televisión en el sillón, se duermen en la cama, etc.
Según esta agencia de investigación de mercados, hay 1 bebé por cada 8 perros domésticos. De acuerdo al INEGI, existen 18 millones de perros, de los cuales sólo 5.4 millones viven en casa, cantidad que supera la población de niños mayores de 9 años y la cantidad de ancianos en nuestro país. La mayoría de estos perros pertenecen a parejas jóvenes que han decidido no tener hijos o aplazar su llegada. Este tipo de parejas sigue en aumento. De hecho, el número de perros domésticos ha aumentado un 20% cuando el nacimiento de niños por año ha disminuido un 17% en promedio a partir del año 2000.
Pero, ¿qué consecuencias tiene lo anterior para las prácticas de consumo actuales?. Si queremos asomarnos al futuro de esta tendencia, podemos ver el caso de Francia, Canadá o Estados Unidos. En París existen guarderías para perros de diferentes edades y tamaños. El servicio inicia recogiendo a la mascota en su domicilio y después de un cuidado de dos horas, se regresa la mascota a su casa, lo cual genera un costo de 18 euros, lo que equivaldría a unos 300 pesos. Aparte de la ya acostumbrada ropa, collares y accesorios para perros, también existen pastelerías para perros en las que se ofrecen biscochos hechos a base de pollo, verduras, melón e incluso “foie gras”.
Canadá no se queda atrás y ofrece Hoteles+Spa con lujosas instalaciones en donde un perro puede disfrutar de caminatas, ambientes exteriores e interiores de juego, habitaciones lujosas y servicio especializado de alimentación si es que el canino lleva una dieta específica. Cada perro puede divertirse con juegos diseñados específicamente para ellos según sus habilidades y gustos e incluyen desde túneles, rampas y anillos, hasta el parque acuático con lanzadores de waterpolo con efecto de olas. Todo lo anterior con “palmaditas y abrazos” del equipo del hotel. El cliente se quedará tranquilo si deja a su perrhijo en este hotel spa, puesto que aparte de las actividades durante el día, el hotel promete supervisión nocturna durante toda la noche para asegurar el máximo confort y contacto humano en las camas estilo loft equipadas con ropa de cama suave y acogedora.
Estados Unidos también cuenta con los servicios anteriores, además de accesorios y ropa de marcas de lujo. A precios altos se pueden encontrar desde correas de piel con broches finos, ropa, gorros, lentes y guantes, hasta bolsas, que harán más confortable el transporte de la mascota a todos los lugares a los que acude acompañando a su dueño.
México va para allá y estamos hablando de una tendencia. Las preguntas que tienen cabida en este caso en particular son ¿por qué hemos llegado a esto? Y ¿qué otras consecuencias y cambios traerán estas prácticas?.