Últimamente, hemos escuchado hablar sobre los alimentos orgánicos. Para algunos, se trata de una moda, de una cuestión de status por el precio que tienen y para otros es la opción saludable de alimentación y cuidado ambiental.
Se les llama así a los alimentos que fueron cultivados sin hacer uso de pesticidas, fertilizantes químicos, antibióticos, hormonas, agroquímicos de síntesis, residuo de metales pesados, colorantes, saborizantes artificiales, aditivos, conservadores artificiales, ni organismos genéticamente modificados (OGM) o variedades transgénicas. Para su desarrollo se controla toda la cadena productiva con el fin de garantizar que son alimentos sanos para el consumidor y que de igual forma benefician al medio ambiente antes, durante y después de su producción. Son alimentos pues que no dañan el medio ambiente y principalmente, nuestra salud. De acuerdo con la SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación), ya se pueden encontrar cereales, frutas, hortalizas, azúcar, café, leche, galletas, chocolate, miel, carnes, mermeladas, embutidos, tortillas, queso, mezcal y huevos con estas características.
La producción orgánica en nuestro país está regulada por la Ley de Productos Orgánicos y para que un producto sea considerado orgánico debe cumplir con estándares rigurosos que son establecidos por organismos reconocidos a nivel internacional entre los que destaca el IFOAM (International Federation of Organic Agriculture Movements) en Alemania. Para certificar el cumplimiento de estos estándares se requiere la certificación de empresas privadas que deben cumplir con lo dispuesto en la guía 65 de ISO (International Organization form Standarization) y estar acreditadas por IFOAM.
De acuerdo con el Servicio de Información y Estadística Agroalimentaria y Pesquera, la producción y comercio de alimentos orgánicos en el mundo va en aumento y está valuado en más de 25 millones de dólares aproximadamente. En México, esta producción representa menos del uno por ciento del sector agroalimentario en superficie sembrada y genera alrededor del 10% del PIB del sector agropecuario cuyos ingresos se calculan en 300 millones de dólares según la SAGARPA. Del 100% de los productos orgánicos que se producen en nuestro país, entre el 85% y el 90% se exporta a otros países y sólo el 5% se vende en el mercado nacional.
Pero, ¿cómo saber si un producto es orgánico?, aparte de tener el sello de certificación de alguna de las agencias nombradas con anterioridad, tendrán que decir “Bio” si son importados de España, “agricultura biologique” si vienen de Francia, “organic” si vienen de Estados Unidos o simplemente “orgánico” si fueron producidos en nuestro país. Desgraciadamente, aún no existe una ley que regule los etiquetados por lo cual es muy fácil que la gente confunda un producto transgénico, 100% natural, casero, artesanal o natural con uno “orgánico”.
Como pudimos analizar, esta industria está apenas en pañales y existen muchas cosas por hacer, además de que no se tiene la certeza de que un producto sea realmente orgánico, se tiene en contra que este tipo de productos son más caros que los que se venden comúnmente en los supermercados. Es importante encontrar la forma de reducir los costos para su producción y comercialización para que de esta manera estén al alcance de todos.