Camina en cualquier supermercado o tienda de autoservicio y llama su atención los colores de un empaque que nunca había visto. Siempre recorre los mismos anaqueles y ve los mismos productos, todos los frascos o cajas, del mismo color. Pero esta vez, un empaque llama su atención, y se detiene a verlo. El contraste del color con los demás productos, su forma y la manera en que ha sido acomodado, hace que se lo observe, lea lo que contiene, lo huela y que lo meta en el carrito para probarlo. Deja a un lado el producto que ha usado siempre y le es “infiel” con este nuevo producto que ha llamado su atención.
Hasta ahí, el producto ganó una participación de mercado importante, con usted y con otros más que se dejaron llevar únicamente por el empaque. Tenga por seguro que no es el único que se ha dejado cautivar por el mismo. Pero no perdamos de vista que la calidad del producto y el hecho de que a usted le guste a la hora que lo use, determinará que le sea fiel a la marca y que de ahora en adelante compre ese producto y no el que estaba usando hasta ahora. Ese es el poder que un empaque nos puede ofrecer. Los colores correctos en el momento indicado pueden hacer que un cliente fiel a un producto, lo cambie por otro que llamó más su atención aunque esté satisfecho con el que usaba.
El día de hoy mi amiga cambió de perfume porque un empaque la conquistó. Primero, la publicidad de introducción en el punto de venta, fue demasiado llamativa para que ella se acercara al mostrador y pidiera probarlo. Es cierto que el aroma es muy fresco y floral y que está perfecto para el verano, pero su comentario sobre eso fue mínimo, lo que más le gustó y le interesó sin duda fueron la botella, los colores, los detalles y las flores que rodeaban el empaque. Se tomó más tiempo en comentarme sobre esto, que sobre el aroma. Su atención se centró en diseño del frasco, su forma y sus colores, así como la coqueta bolsita que le colgaba del cuello a la botella; casi le dedicó unos tres minutos a observarla sonriendo y diciendo lo mucho que le gustaba el detalle. Mi amiga fue convencida por el aroma, pero sobre todo, lo que más la convenció, fue el empaque y los detalles del mismo que lo hacían diferente a los demás frascos. La publicidad fue el poderoso motor que la llevó a conocer el producto y pedir la prueba, pero lo que la ató al mismo, fue el empaque.
Cada vez que queramos vender un producto, debemos observar los demás empaques y elegir uno que contraste con los demás de manera positiva, que llame la atención del consumidor y que lo haga percibir, por medio del mismo, calidad. Se puede tratar de los colores, del contenedor o incluso incluir algún detalle que lo hagan diferente. Un empaque llamativo hará mucho por nuestro producto, o por lo menos hará que el consumidor lo adquiera una sola vez para probarlo, pero una vez que el consumidor lo pruebe, debe de ofrecer la calidad y la efectividad que el cliente está esperando. Sólo así, el consumidor lo seguirá comprando y le será fiel hasta que, seamos sinceros, otro empaque más llamativo llame su atención y lo compre para “probarlo”.
No hay que perder de vista que un empaque es de gran ayuda, pero esto nunca va a sustituir la utilidad y la calidad del producto que el cliente está esperando pues muchos productos más estarán luchando porque nuestro consumidor los pruebe y los prefiera por sobre los demás.