Un reciente informe del Banco Mundial, en conjunto con la Corporación Financiera Internacional (IFC por sus siglas en inglés) informó que a nivel global, las mujeres enfrentan más obstáculos legales que los hombres para poder participar en la economía; esto es específicamente, la capacidad para para acceder a un empleo o crear y administrar una empresa
Rumbo al 2012, de 141 economías analizadas, 36 redujeron las diferencias legales a las que se someten tanto a hombres como mujeres para realizar estas actividades; sin embargo, 103 todavía hacen una diferencia por género y entre junio de 2009 y marzo de 2011 únicamente se realizaron 41 reformas legales que podrían de alguna manera incrementar las oportunidades económicas para el género femenino.
Así las cosas, a nivel mundial, las mujeres representan el 49.6 por ciento de la población; sin embargo, es menor su participación en la fuerza de trabajo del sector formal debido a las diferencias en el trato legal que se hacen entre hombres y mujeres. Sin ser una sorpresa, son las economías más competitivas del mundo y las que cuentan con un mayor nivel de ingreso, las que hacen una menor diferencia en cuanto a las oportunidades que se les da a ambos géneros en cuanto al acceso a las instituciones, al uso de propiedad, al empleo, a los incentivos para el trabajo, a la capacidad crediticia y a los procesos legales. Y por si esto fuera poco, son las casadas quienes enfrentan mayores problemas, pues en algunos países no se les reconoce legalmente como cabeza de familia, y por lo tanto, no se les toma tan en serio.
Desgraciadamente, hay pensamientos arraigados en algunas economías mundiales en donde se pone a la mujer muy por debajo del hombre en cuanto a oportunidades y salarios. Algunas veces, aunque tenga los mismos estudios y realice el mismo trabajo que un hombre, a una mujer se le paga menos porque “no mantiene una familia” o es “demasiado joven para ganar ese sueldo”. Aunado a lo anterior, al ascender en la empresa a puestos superiores, se duda de su honorabilidad y se adjudica su nuevo ascenso a diversas razones que pocas veces tienen que ver con sus habilidades, conocimientos y desempeño laboral.
Como lo dije anteriormente, no me pareció una sorpresa encontrar que los países más avanzados y con mayor poder adquisitivo sean quienes dan mayores oportunidades a las mujeres. La diversidad enriquece a una empresa, ya sea cultural o de género. Las diferentes formas de pensar son las que hacen que una empresa se enriquezca de la gran cantidad de opiniones que pueden surgir de las diferentes personas que se encuentran dentro del grupo de trabajo. No es necesario cambiar la forma de ser (como piensan algunos hombres) para poder tratar con una mujer en el ambiente laboral; se necesita disposición para cambiar esta forma de pensar y no dejarse llevar por este tipo de pensamientos que únicamente logran que los grupos élite de la empresa estén formados por hombres.
Hay que abrirnos a la diversidad y sobre todo, a la comprensión y negociación entre los diferentes puntos de vista. Mujeres, no perdamos de vista nuestras metas porque en un momento dado no se nos dio la oportunidad de ocupar determinado puesto o por que no se nos considera para alguna actividad en particular. Debe ser el desempeño, los conocimientos y la actitud en la empresa, los que hable por nosotras.