Cada vez que sale un nuevo producto al mercado, la empresa
que lo produce se dedica a buscar la publicidad adecuada para darlo a conocer
en el mercado. Esta labor no es nueva, pero ha ido cambiando a lo largo del
tiempo debido a que como seres humanos, nos cansamos de los impactos
publicitarios de un día para otro y es labor de la empresa, buscar otros elementos
más atractivos que llamen nuestra atención y nos lleven a comprar el producto
de que se trate.
Si tuviéramos que definir publicidad, tendríamos que decir
que es un tipo de comunicación, que se paga en la mayoría de los casos; aunque
a veces, esto no es siempre así, ya que la publicidad llamada de “boca en boca”
no se paga, se da de manera natural entre las personas y de una manera más
acelerada en la actualidad con el uso de las redes sociales. Otra
característica sería que se identifica muy bien al patrocinador o a aquél quien
paga por la difusión del mensaje; esto es, la empresa. Aunque la mayoría de las
veces sucede así, esto también ha cambiado con el paso del tiempo porque algunas
veces, el patrocinador, por llamarlo de alguna manera, no quiere que su nombre
sea identificado con el producto cuando por alguna razón no tiene una buena
relación con el auditorio al que está tratando de llegar, y el hecho de que se
conozca su nombre pondría en peligro la compra del producto.
Ya en 1949, el gran publicista David Ogilvy sostenía que la
televisión emergía en ese entonces como el principal y más potente medio de
comunicación para vender productos. Aunque muchos piensan que las redes
sociales ya han desbancado a la televisión, esto aún no es posible debido a dos
cuestiones básicas: facilidad de uso (entendimiento de las herramientas y
utilidad), así como la accesibilidad del medio (el poder estar conectado a la
red).
Lo que en todos los casos ha sido siempre igual desde que a
la publicidad se le conoce como tal, es que quien la realiza, quiere que las
personas que vean los mensajes -hagan algo-. Esto podría ser desde solamente
conocer el producto, probarlo o finalmente comprarlo. En palabras de Ogilvy, la
publicidad se hace no como una forma de arte, o para que se le encuentre ´creativo´;
en realidad se hace para que ésta se encuentre tan interesante que las personas
compren el producto al que se está
refiriendo. Y cuando hablamos de “comprar” el producto, no debemos referirnos
únicamente a la compra monetaria de un artículo tangible como lo podría ser una
botella de vino, por ejemplo. También es posible comprar ideas, contribuir con
una causa o votar por un candidato político.
Si nos acercamos a los que hicieron publicidad antes que
nosotros, veremos que las cosas, en cuanto a lo que los consumidores buscan de
un producto, no han cambiado del todo. Antes se decía que una persona compraría
un producto siempre y cuando la publicidad de éstos le prometiera más dinero,
belleza, nutrición, alivio al sufrimiento, y estatus social entre otros. Todos,
beneficios para el comprador que son entendibles cuando lo que quiere es elevar
su nivel de vida. Hoy en día, las personas quieren lo mismo, bienestar, salud y
felicidad, entre otros.
Como vemos, la publicidad seguirá vigente porque hay
empresas que tienen productos que vender y porque nosotros como consumidores,
siempre estamos en busca de elementos que hagan que nuestro nivel de vida
mejore.
Buen inicio de semana para todos.