Lo último
en Europa son los tatuajes del Holocausto. Como una forma de recordar y
denunciar lo que vivieron sus familiares, jóvenes de toda Europa están
empezando a tatuarse los números con los que sus abuelos o familiares eran
identificados durante la 2ª Guerra Mundial en los campos de concentración.
Con el
advenimiento de las redes sociales, la comunicación se hizo mucho más fácil
pero también más impersonal. Podemos leer lo que una persona “piensa”, ver
fotos sobre su “vida”, pero en el fondo sabemos que son sus mejores fotos y las
palabras que puede decir en un arranque de enojo u otras que son sumamente
pensadas por él o por otras personas. Nuestro cuerpo sigue siendo un
instrumento de comunicación primordial con el mundo que nos rodea, porque es
común, cotidiano, refleja lo que somos en realidad, sin mucho pensar. Los
tatuajes, la forma en que nos peinamos, la ropa que usamos, los accesorios con
los que lo adornamos, la forma en que movemos los ojos, los gestos que hacemos
con la cara, y otros movimientos constantes, comunican la cultura que poseemos,
la forma en que fuimos educados, nuestras creencias, lo que nos enorgullece, lo
que queremos llegar a ser, etc.
Observando
a las demás personas podemos darnos cuenta de estos aspectos y formarnos lo que
Malcom Gladwell llama “Golpe de vista”, el cual se determina a partir de una
serie de estímulos que se recogen de la observación de cada uno de los detalles
que forman a una persona. A esta capacidad se le llama intuición pero también
“sentido de la pista”.
El cuerpo
es pues un instrumento de comunicación que pocas veces es analizado como un
objeto de investigación de índole cualitativo, por carecer de indicadores
cuantitativos que lo soporten. La observación del cuerpo y de la persona en
general puede ser una fuente interesante de datos que nos ayuden a conocer de
manera más profunda al consumidor. Al prestar atención minuciosa a los
diferentes datos reveladores como la ropa, los accesorios, los tatuajes, el
maquillaje, etc, se puede obtener muchísima información. Si una persona común y
corriente puede determinar características importantes de cualquier sujeto
durante los primeros 5 minutos en que la conoce; los datos que un observador
capacitado y entrenado en este tipo de investigación puede obtener son mucho
mayores.
Desgraciadamente,
la falta de confianza en este tipo de prácticas ha demeritado la información
que se deriva de estas técnicas por carecer de datos estadísticos que los
apoyen. Es por eso que se recurre más a encuestas que difícilmente pueden
también determinar las verdaderas intenciones de los consumidores, ya que
muchas de las veces los encuestados responden a las preguntas de los investigadores
con respuestas generalmente aceptadas, pero no con la verdad.
Si necesita
información sobre sus consumidores, no descarte la observación del cuerpo, la
información que obtenga será asombrosamente importante para el negocio que
espera iniciar. No se fíe mucho de las encuestas, que aunque son valiosas, no
siempre tienen la verdad absoluta sobre los consumidores.