Aunque la
economía China registró un breve crecimiento en 2012, el gigante es sin duda
uno de los mercados más importantes y deseados del mundo. Para muchos, un país
marcado por la desigualdad social y la contaminación. Mientras que para otros, la
oportunidad de poder llegar a una extensa población y crecer considerablemente.
Durante 30
años, el país asiático atrajo a inversionistas del sector manufacturero por los
bajos costos de mano de obra e infraestructura relativamente desarrollada con la
que contaba. Después de haber sido por décadas un país manufacturero, China
está interesada en atraer la inversión internacional. Sin embargo, entre los
retos que tiene que sortear para tener un lugar predominante en la escena mundial,
están el frenar la desigualdad social y resolver el problema de la
contaminación que existe en sus ciudades.
Datos de
las Naciones Unidas señalan que un 13 por cierto de la población China vive con
1.25 dólares diarios, mientras que a la par existen 251 multimillonarios y dos
millones 700 mil millonarios en ese país. Lejos de detenerse, se pronostica que
esta tendencia siga en aumento. Por otro lado, la creciente contaminación que se vive en las
principales ciudades, sitúan a China como un país irresponsable ante la
creciente demanda global por el cuidado del medio ambiente. La Organización
Mundial de la Salud ha determinado que tener 25 microgramos de partículas
menores a 2.5 micras en el ambiente, lo hace seguro para los habitantes. Sin
embargo, Beijin ha registrado 886
microgramos de partículas de este tamaño por metro cúbico, registros que la
sitúan con el nivel más alto de contaminación jamás registrado.
A pesar de
lo anterior, muchos inversionistas y
empresarios están buscando la posibilidad de hacer negocios en China. Y es que
las poblaciones de Pekín y Shanghai llegan a ser a veces más grandes que las de
Australia, Chile o incluso Grecia, Bélgica, Hungría y Suecia juntas. Además de
poseer ciudades con ingresos percápita mayores que los de Brasil, según
Euromonitor Internacional. Es por esto que para aquellos que buscan expandir
sus negocios, entrar al mercado chino con éxito, representaría un crecimiento
exponencial para sus empresas.
Pero no
todo es miel sobre hojuelas. Estar en el gusto de los chinos puede tener un
final amargo. Tal es el caso del vino de Burdeos, que después de haber sido el
más caro del mundo y de que su precio en 2006 creciera un 35% como resultado de
un auge favorecido por la preferencia de los consumidores chinos, sus precios
se desplomaron. Esto como consecuencia de que estos mismos consumidores se
cansaran de ellos y centraran su preferencia en vinos más exclusivos, como los de
Borgoña, de los cuales se producen 3,000 botellas al año, frente a las más de
800 millones que se producen de Burdeos.
La moraleja: piénselo dos veces si quiere estar ahí, todo representa un riesgo.
Mientras
tanto, para el gobierno chino sigue siendo importante que se invierta en su
país. De hecho, señaló su interés en promover oportunidades de inversión en
áreas como energía alternativa, biotecnología, tecnología de la
información y fabricación de equipos de
alta calidad. Para aquellos interesados en invertir en estos sectores, será
fundamental contar con mano de obra calificada, por lo que no sería
descabellado iniciar con capacitación al personal local, antes de iniciar
operaciones.