Hace apenas
unas dos semanas se celebró el Día Internacional de la Mujer. Una fecha en la
que, para algunas, las felicitaciones no son muy cordialmente aceptadas, y en
la que para otras, el hecho de que se tenga una fecha para recordar que aún
existen desigualdades de género, ya hace la diferencia.
En un
reporte especial presentado por Euromonitor Internacional, se menciona que la
inequidad de género afecta a las mujeres y niñas en la mayor parte de los
llamados países emergentes. Según los cálculos de este organismo, las mujeres
en estos países llegaban a 30% de la población global y al 60% de la población
global femenina en 2012. En términos
mercadológicos, la importancia de analizar el hecho de la desigualdad radica no
solamente en cuestiones básicas de
derechos humanos, sino en que si se redujera esta gran brecha, tendríamos un
mercado con un enorme potencial de compra.
En países
con una enorme desigualdad de género, las mujeres son discriminadas desde el
nacimiento. Durante su vida, no tienen un fácil acceso a los servicios de salud
y educación; con la consecuente falta de oportunidades de empleo en la edad
adulta. Esto se da generalmente en sociedades patriarcales en donde se espera
que la mujer desempeñe el rol tradicional en el cuidado de la casa y de los
hijos. Lo demás es ya bien sabido, violencia psicológica, física y sexual en
muchos de los casos.
Si esta
brecha se redujera, la mujer podría tener acceso a educación y fuentes de
trabajo, se convertirían en un mercado económicamente activo. Sería ella misma, y no su esposo o familiares,
quien elegiría los productos para su consumo y los usaría según sus necesidades
específicas. Esto, además de conferirle libertad de consumo, ayudaría a sus
países a incrementar su productividad y como consecuencia, contribuir al crecimiento
económico de los mismos.
Claro está
que este no es un cambio que se pueda conseguir de la noche a la mañana. Desgraciadamente,
la introducción de una fuerte cantidad de mujeres al mercado laboral llevará su
tiempo. Si sólo pensamos en la educación, entenderemos que el proceso no puede
ser rápido. La educación por ejemplo, es un elemento que se adquiere con el
pasar de los años. Además, las
costumbres tan arraigadas en los diferentes países hacen que en cada uno de
ellos, el papel de la mujer juegue un rol diferente y que también sea más
difícil que en todos los países se logre que las mujeres entren rápidamente y de manera activa en la fuerza laboral.
Según
Euromonitor Internacional, se espera que en los mercados emergentes, las
mujeres se conviertan en un importante segmento de consumo y que entre 2013 y
2020, el porcentaje de ingresos disponibles per cápita aumente en un 34%. Se
pronostica que será India quien tenga una mayor expansión llegando al 70.8% en
términos reales, seguido por China con un 61.9%, Indonesia con un 53.6% y Rusia
con un 53.5%. Lo anterior, tomando en cuenta que para el 2020, la población
total femenina en estos países alcance los 2.2 billones, arriba de los 2.0
billones que se tenían el año pasado.
La
desigualdad de género es un tema que a muchos incomoda y muchas de las veces
está relacionado con aspectos culturales y religiosos. Sin embargo, el progreso
de los países y de la humanidad, también depende en gran medida de que se
respeten los derechos de todos y cada uno de nosotros.
Que tengan
una excelente semana.