Qué pena que un asunto tan triste como lo ocurrido en Bangladesh, haya sido el detonante para que como consumidores, nos interesemos más por el origen de los productos que consumimos.
Después de
la muerte de casi 1000 personas en el colapso de una fábrica de ropa de moda en
Bangladesh, se habla de que los consumidores ya están demandando un “comercio
justo” también para la ropa; tal y como ya se ha venido haciendo desde hace
algún tiempo con los alimentos. El Fair Trade (o Comercio Justo) es un
movimiento que agrupa organizaciones que trabajan con el propósito de asegurar
acuerdos justos para los productores, al
mismo tiempo que establecen reglas internacionales para el comercio justo y
asesoran a los productores sobre estos mismos asuntos. De hecho, el movimiento
es bien conocido tanto en Estados Unidos como en Europa y muchos consumidores
buscan aquellos productos que cumplen con las normas establecidas por el
organismo.
Preocupados
por lo que sus consumidores puedan pensar, en cuanto el lugar, las condiciones
laborales y ambientales de quienes fabrican sus productos, algunas empresas han
empezado a dar información al respecto y otras ya lo venían haciendo con
anterioridad. Tal es el caso de la empresa de cosméticos Lush (http://www.lush.mx/) y PrAna (http://www.prana.com/life/sustainability/), sólo por citar sólo algunos
ejemplos, quienes en sus páginas de Internet muestran cómo y en dónde son
elaborados sus productos, así como las relaciones de ayuda que han establecido
con otros organismos y/o comunidades. Y es que después de lo sucedido, los
consumidores están tomando conciencia de la manera en la que se están
produciendo algunos productos y de los costos que otras personas han tenido que
pagar para que contemos con productos a bajos precios y que ahora se han
denominando “Fast Fashion” (haciendo alusión a la comida rápida).
¿Qué más
tendrá que suceder para que nos preguntemos si la gran cantidad de cosas que
compramos realmente merece el sufrimiento de los demás y el deterioro del medio
ambiente?. Definitivamente, más del 50% de las cosas que compramos no nos son
indispensables. Muchas de ellas cumplen con propósitos más bien banales que
indispensables.
Creo que
como consumidores también podemos contribuir al mejoramiento de las condiciones
laborales de los trabajadores y del cuidado del medio ambiente. Esto, si a la
hora de comprar elegimos primero los productos de aquellas empresas que sabemos
ofrecen mejores condiciones laborales y estrategias ambientales favorables para
el planeta. También, si cuando compramos adquirimos solamente las cosas que
realmente necesitamos, evitando así contribuir con la acumulación de desechos
sólidos.
La
situación no es nada fácil y se torna más bien compleja para las empresas, pues
con estas demandas por parte de los consumidores, los precios de los productos
se podrían encarecer, tal y como sucede ya con los productos orgánicos. Sin
embargo, las marcas tienen que buscar un justo medio para ofrecer a sus
consumidores productos que cumplen con los nuevos estándares que se están
demandando y asegurarse que sus utilidades no se vean comprometidas.
Después de
todo, y a pesar de las empresas, como consumidores, también tenemos el derecho
de elegir lo que nos parece más justo.
Buen inicio
de semana para todos.
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