La
mercadotecnia sensorial o mejor llamada, mercadotecnia experiencial, alude a
las experiencias agradables y placenteras que podemos experimentar en un lugar
o establecimiento en particular. Todo lo anterior, sin olvidar que siempre se
tendrá que ofrecer un servicio o producto de calidad a nuestros consumidores, para
que la experiencia de compra sea completamente satisfactoria.
Aparte del
servicio que se proporcionaba en los restaurantes o tiendas, esta nueva
tendencia de mercadotecnia ha sido poco explotada. En realidad, se ha dicho muy
poco sobre aspectos tan sencillos como el ambiente del lugar, la vista, la
música, la temperatura, la decoración, etc.
Es posible
hacer de un lugar el preferido de muchos, al estar localizado en un lugar
estratégico en donde sea posible, además de disfrutar de un buen café (por
ejemplo), poder observar a las personas o disfrutar de una vista inigualable. La
música, la decoración y el ambiente en general, harán que nuestra visita sea
placentera. Es importante señalar que las experiencias no necesariamente tienen
que estar derivadas de los lugares más impresionantes o los platillos más
exóticos. A veces, estamos esperando probar aquello tan lejano a nosotros o tan
poco accesible a nuestros bolsillos, que llegado el momento, nos encontramos
con la sorpresa de que en el famoso lugar, no tienen tan buen servicio o con
que el platillo con el que habíamos estado soñando, no nos gusta del todo. En
cada lugar, caro, sencillo, barato o impresionante, se nos puede hacer sentir
experiencias placenteras.
A manera de
ejemplo, debo confesar que admiro aquellos restaurantes que tienen el encanto
de hacernos sentir que las horas no pasan. Sentados disfrutando de una buena
plática y de una buena comida, quienes también ayudan a hacer el ambiente, son el
personal del propio restaurante que hacen que la estancia se convierta en la
mejor de todas. No hay nada más desagradable como que nos retiren el plato de
la mesa cuando aún no hemos terminado de comer, o que de repente nos pasen la
cuenta porque “hay más gente esperando”. Aparte de que seguramente ese mesero
perderá nuestra propina, hará que no regresemos nuevamente al lugar, o que la
próxima vez, lo pensemos dos veces. Desgraciadamente, el ajetreo de la vida
diaria, hace casi imposible que podamos disfrutar, como se debe, de una buena
comida. No hay nada más triste que tener que comer a toda prisa y “lo que sea”
porque no tenemos el tiempo de sentarnos a comer; así es que cuando tenemos el espacio,
esperamos disfrutar del mejor momento y que nadie lo interrumpa.
Definitivamente,
la última “experiencia” en cualquier establecimiento, es sumamente importante y
determinará nuestra preferencia por ese lugar o nuestra recompra. Desgraciadamente,
las experiencias son difíciles de manejar, pues hay muchos elementos
involucrados. El servicio sigue siendo una parte primordial y es, hasta cierto
punto, algo que se puede controlar mejor, a diferencia de la temperatura o la
música, que pueden ser agradables para algunos y desagradables para otros.