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¿Traes comida?. 30 de Septiembre de 2013.



Desde que llegué a Alemania, la gente me pregunta si tengo “homesick”. En alemán, en inglés o en español me preguntan lo mismo, con la palabra que se usa en inglés para saber si extraño a mi familia, el clima y a mi país. En realidad no siento la distancia con mi familia porque estamos siempre conectados por los teléfonos y hablamos y “nos vemos” casi cada semana; a mí país también lo extraño y a su gente. Pero lo que más extraño es la comida.
 
Así es que les contesto, no tengo “homesick”, tengo “foodsick”, muy asombrados me ven y no pueden creer que extrañe más la comida, que a mi familia. Que me importe un cacahuate el clima y que sólo extrañe comerme unos tacos o unos chilaquiles. Y no es que aquí no existan platillos deliciosos, de hecho me gustan muchos platillos alemanes, el pan, los embutidos, los pasteles, la cerveza y sobre todo las cenas navideñas. Pero, tal parece que los mexicanos tenemos una “cosa” con la comida, que no se puede explicar. 

El verano pasado vine a Alemania y tuve que hacer escala en Estados Unidos. Al mostrar mi pasaporte en las oficinas de inmigración, el oficial que me tocó me interrogó con las ya conocidas preguntas de rutina, como por ejemplo, el motivo de mi viaje, si había estado antes en Estados Unidos, cuánto tiempo pensaba quedarme; y para finalizar, en español, me preguntó: “¿Traes comida?”. Con cara de asombro, contundente y bastante consternada por la pregunta, le contesté: ¡no!... ¿Comida?, ¿para qué traería comida?... me preguntaba yo. ¿Que se piensan?, ¿que todos los mexicanos traemos comida en las maletas?, ¿cómo para qué?... ¡pero qué falta de respeto!. Ese comentario primero causó molestia en mi familia; sin embargo, ahora se ha convertido en una broma familiar. 

Recordando ese episodio, hoy lo pienso muy seriamente… y me digo a mí misma… es que en realidad, debí de haber traído comida… Todos los mexicanos que conozco traen sus maletas repletas de comida: achiote, frijoles en bolsa, en lata, chiles jalapeños, chiles chipotles, variedad de chiles secos, tortillas, etc. Y cuando sus familiares los visitan, lo que les traen es… comida. En las reuniones cada quien lleva lo que trajo y se arman unas cenas muy mexicanas. Es una risa…

Sí, sí existen algunas opciones para evitar el “foodsick”, pero no son del todo efectivas. La primera es comprar tortillas congeladas, chiles secos, tamales, latas de chiles y demás productos “mexicanos”, en establecimientos como “La Tortilla” (http://www.latortilla.de/es/index.php) se piden las cosas en Internet y llegan días después por mensajería…. Pero nada sabe igual… Tal vez estarán pensando que me debo acoplar y dejar de extrañar la comida. Cuando puedes comerte un pozolito, una barbacoa o unas quesadillas con tortillas recién hechecitas, pues es muy fácil decirlo. Yo también decía lo mismo. Pero ahora sigo buscando la manera de tener un poco de México conmigo.

Así es que me he adherido, últimamente, a la segunda opción. Y digo me he adherido porque mi esposo ya lo hacía y yo no le hacía segunda, me parecía que no había ninguna necesidad. Se la pasaba buscando restaurantes de comida mexicana sin éxito. El solo, y ahora juntos, lo más cercano que hemos encontrado, son restaurantes de comida tipo Tex-Mex.

Por eso, para evitar el “foodsick”, mi esposo se asegura de que yo siempre “traiga comida”; así es que pone chiles secos o un pedazo de maíz en mi bolsa para que no extrañe la comida mexicana.

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