Últimamente
ha tomado nueva fuerza el término Lifestyle en los círculos de mercadotecnia.
El término se refiere al modo de vida que llevan las personas; esto es, la
forma en la que la gente decide vivir sus vidas. La relevancia mercadológica del
término Lifestyle o Estilo de Vida, radica en la necesidad que tienen los
consumidores de comprar productos y servicios con el objetivo de poder
desarrollar un estilo de vida en particular, cualquiera que éste sea.
Según los
autores, Lamb, Hair y McDaniel, anteriormente, era la profesión de la persona
la que definía su estilo de vida; así, se era Banquero, Herrero, Panadero, etc
y se actuaba como tal. Hoy en día se puede tener un estilo de vida de acuerdo a
la profesión, pero también se puede ser un activo deportista, especialista en
internet, coleccionista de arte o conocedor de vinos, por ejemplo. Cada una de
las actividades que la persona elige realizar, llevan consigo la compra y el
uso de productos y servicios, así como la asistencia a lugares determinados y
su relación con grupos de personas que comparten el gusto por la misma
actividad. Al formar parte de este grupo de personas, se comparten
información, códigos, palabras, signos y
significados que con el tiempo se van volviendo parte de este Lifestyle. Como
por ejemplo, los mejores lugares para esquiar, nadar, etc., los mejores
equipos, las marcas más recomendadas, las personas más destacadas en el deporte
o la actividad, etc.
Si la
segmentación de mercados fue útil en el pasado, lo es ahora mucho más, sólo que
ésta se ha ido haciendo mucho más complicada. No es posible encasillar a una
persona por sólo una de las actividades que realiza, pero tampoco por todas las
que realiza. Entonces, se hace necesario agrupar a las personas que comparten
estilos de vida similares, pues no sólo los artículos o servicios que estas
personas compran, marcan la pauta para realizar los diferentes esfuerzos de
mercadotecnia, sino también los códigos que se comparten en estos grupos, los
cuales son totalmente relevantes para cualquier marca. Es importante hablar el
“mismo idioma” y conocer los códigos no escritos para no caer en la trampa de
lo “común”, cuando los grupos sociales inventan sus propias formas de interrelación.
Los estilos
de vida van cambiando con el tiempo, con la edad, con los cambios en la
economía familiar, pero también por sucesos exteriores, tales como la economía
del país, catástrofes naturales o problemas sociales. Por ejemplo, como
consecuencia del incidente ocurrido en Fukushima, muchos japoneses empezaron a
examinar sus hábitos de consumo. Esta consideración los llevó a hacer un ajuste
en la forma en que consumían, para volverse más austeros y optar por la sostenibilidad.
Otro ejemplo es el caso de India, en donde los consumidores vieron un
crecimiento de su poder adquisitivo en más de un 25% entre 2007 y 2012. Esto
llevó a los consumidores a demandar una mayor variedad de productos y
servicios, así como a consumir más de lo que estaban acostumbrados.
Los
anteriores son sólo ejemplos a nivel país. Sin embargo, a nivel personal, un
consumidor puede cambiar su estilo de vida debido a un cambio en su situación
económica, la llegada de nuevos amigos, integrantes de la familia o un cambio
de residencia o de trabajo, entre otros. Entonces, ante la débil estabilidad de
la segmentación de mercados tradicional, se hace necesario buscar más en el
Lifestyle.