El título
de esta columna va encaminado más a analizar una inquietud, que a pretender
otorgar una respuesta. Me cuesta trabajo digerir que dos kilos de papas en
Alemania cuesten menos que un kilo. Cuando voy al supermercado, generalmente
busco los paquetes pequeños, pues no somos una familia numerosa. Sin embargo,
los paquetes grandes cuestan menos, ya sea de cebollas o de papas en la gran
mayoría de los casos.
Así, si una familia consume solamente un kilo a la
semana, comprará dos kilos, por ser esta opción la más barata, y el kilo
restante, el que no se consumió, se echará a perder y terminará en la basura.
En México no era un problema decidir. Parafraseando un poco el dicho de
“sírvase lo que se vaya a comer y cómase lo que se sirva”, compraba sólo lo que
iba a consumir y consumía lo que compraba. Ahorraba y no desperdiciaba, las dos
cosas al mismo tiempo. Comprar sólo lo justo para evitar desperdiciar, era más
fácil que decidir entre ahorrar o evitar desperdiciar la comida.
Reiteradamente,el Banco Mundial alerta sobre el aumento en los precios de los alimentos; pero sobre todo, en el desperdicio de los mismos. Se calcula que un tercio de los
alimentos que se producen en el mundo terminan en el basurero, sin ser
consumidos. Son los países desarrollados quienes lideran este comportamiento (aunque
también en los países en desarrollo se ha venido generalizando); con un mayor
porcentaje durante la etapa de consumo, que durante su producción, manejo o
almacenamiento. Esto quiere decir que se desperdician más alimentos cuando
éstos ya se encuentran en los hogares; y como era de esperarse, los alimentos
que más se desperdician son cereales, frutas y vegetales.
Si sólo
pudiéramos enviar ese kilo restante a los países pobres… Lo peor del caso es
que, aunque los pobres desperdician menos alimentos que los ricos, este derroche de alimentos durante la etapa
de consumo, ha aumentado con el paso del tiempo. Habría que pensar en hacer
conciencia sobre lo que consumimos y lo que desperdiciamos. No sólo el
calentamiento global y la contaminación ambiental son temas actuales y de
preocupación mundial. La pobreza y el desperdicio de los alimentos son temas
que de ser analizados de manera conjunta, se podría encontrar una solución a
los mismos por medio del aprovechamiento de los alimentos para beneficio
directo de los más necesitados.
Para las
etapas de producción, almacenamiento y manejo de los alimentos, ya se están
realizando diferentes acciones, las cuales van en aumento y parecen muy
prometedoras. Sin embargo, en el caso de los consumidores, las acciones van más
lentas. Por lo tanto, es necesario hacer conciencia entre los consumidores
sobre este problema mundial, para después educarlos sobre las posibilidades de
compra y aprovechamiento de los alimentos.
Como primer
paso, podemos empezar a analizar nuestro propio consumo y las causas de los
desperdicios que cometemos a diario en nuestros hogares. Sólo así en el futuro podremos
tratar de encontrar soluciones conjuntas a este problema mundial, para después
unir esfuerzos y llevar a cabo acciones que mejoren las condiciones
alimentarias de los que menos tienen.