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"Hombres cazadores, mujeres recolectoras". 31.04.2014

Todos los días de la semana, pero principalmente los sábados por la mañana y hasta en la noche, los centros comerciales en Alemania están llenos de hombres esperando, ya sea en un café o en la sala improvisada de una marca de ropa femenina, dentro de una tienda departamental.

 
Nunca había sido tan importante contar con una “sala de espera”, para aquellos hombres quienes solidariamente acompañan a sus mujeres a “comprar” algo. Y es que cuando las mujeres “necesitamos” un par de zapatos (por ejemplo), no vamos de compras, vamos en “busca” de un par de zapatos, para finalmente comprarlos. Podemos pasarnos horas probándonos diferentes pares de zapatos, pensamos y repasamos todas las posibilidades de uso, el precio, la comodidad, etc. Eso es algo que algunos hombres no logran entender.

Podemos remontarnos a los orígenes y estaríamos hablando de la edad de piedra, la historia de la mujer recolectora y el hombre cazador, ya por todos conocida. El hecho que importa, es que hoy en día se siguen repitiendo estos patrones. Es por eso que siempre que veo una salita de espera, mi corazón se alegra, porque puedo sentar al cazador a que me espere en mi “recolección”. El problema es cuando el cazador quiere ayudar y no entiende el proceso femenino. Apenas ayer buscaba un par de zapatos color “camel”, muy decidido y como buen cazador, mi esposo se puso de pie, recorrió toda la tienda y trajo unas 10 cajas, con todos los zapatos color “camel” de mi número que encontró. Agradeciendo el favor, abrí una de las cajas y le dije: -están un pocos obscuros-; a lo que me respondió: -aquí dice camel, son color camel-. –Sí-, accedí, -pero no van con el vestido, es un “camel” muy obscuro-. Un poco desilusionado, tomó la caja y me pasó otra. Esta vez el color era perfecto, pero el estilo era informal. Abrí la caja y me preguntó sonriente: -¿están bonitos?-. Le contesté: -sí amor, pero son como para la playa y el vestido es formal-. En fin que mi esposo no deja de ayudar, pero en el intento, pierde energías y termina siempre de mal humor; a veces accede y se sienta con los demás cazadores, pero otras… ayuda…

Señores, no traten de entender a las mujeres, si las quieren acompañar, busquen la salita de espera, disfruten de un buen café, lean el periódico, jueguen con su teléfono celular y guarden energías. ¿Por qué no podemos decidir tan rápido como ustedes sobre un par de zapatos, por ejemplo?. Es algo difícil de entender, pero fácil de explicar. Pensamos en todas las posibilidades, entre otras cosas, que combine con el vestido o ropa con los que los queremos usar, que sea formales o informales según el caso, que sean altos o bajos, que sean cómodos, que los podamos usar una segunda, tercera o varias veces, que estén en buen estado, que estén de moda o que sean conservadores, etc. Es por eso que tenemos 5 o 6 pares de zapatos negros: los informales, los formales, los cerrados, los abiertos, las sandalias, los mocasines, las botas, los de tacón alto, los de tacón bajo, etc. No se trata de entender, sólo de aceptar, porque las mujeres, en este aspecto no vamos a cambiar; se puede decir que es una cuestión genética. Nos preparamos para la escasez, para tener lo necesario cuando haga falta. 

Tiendas, dispongan de una sala de espera para sus clientes. Mujeres, busquen la sala de espera para sentar a sus cazadores. Señores, busquen la salita y no gasten energías, las recolectoras necesitan tiempo.

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