Todos los
días de la semana, pero principalmente los sábados por la mañana y hasta en la
noche, los centros comerciales en Alemania están llenos de hombres esperando,
ya sea en un café o en la sala improvisada de una marca de ropa femenina,
dentro de una tienda departamental.
Nunca había
sido tan importante contar con una “sala de espera”, para aquellos hombres
quienes solidariamente acompañan a sus mujeres a “comprar” algo. Y es que
cuando las mujeres “necesitamos” un par de zapatos (por ejemplo), no vamos de
compras, vamos en “busca” de un par de zapatos, para finalmente comprarlos.
Podemos pasarnos horas probándonos diferentes pares de zapatos, pensamos y
repasamos todas las posibilidades de uso, el precio, la comodidad, etc. Eso es
algo que algunos hombres no logran entender.
Podemos
remontarnos a los orígenes y estaríamos hablando de la edad de piedra, la
historia de la mujer recolectora y el hombre cazador, ya por todos conocida. El
hecho que importa, es que hoy en día se siguen repitiendo estos patrones. Es
por eso que siempre que veo una salita de espera, mi corazón se alegra, porque puedo
sentar al cazador a que me espere en mi “recolección”. El problema es cuando el
cazador quiere ayudar y no entiende el proceso femenino. Apenas ayer buscaba un
par de zapatos color “camel”, muy decidido y como buen cazador, mi esposo se
puso de pie, recorrió toda la tienda y trajo unas 10 cajas, con todos los
zapatos color “camel” de mi número que encontró. Agradeciendo el favor, abrí
una de las cajas y le dije: -están un pocos obscuros-; a lo que me respondió: -aquí
dice camel, son color camel-. –Sí-, accedí, -pero no van con el vestido, es un “camel”
muy obscuro-. Un poco desilusionado, tomó la caja y me pasó otra. Esta vez el
color era perfecto, pero el estilo era informal. Abrí la caja y me preguntó
sonriente: -¿están bonitos?-. Le contesté: -sí amor, pero son como para la
playa y el vestido es formal-. En fin que mi esposo no deja de ayudar, pero en
el intento, pierde energías y termina siempre de mal humor; a veces accede y se
sienta con los demás cazadores, pero otras… ayuda…
Señores, no
traten de entender a las mujeres, si las quieren acompañar, busquen la salita
de espera, disfruten de un buen café, lean el periódico, jueguen con su
teléfono celular y guarden energías. ¿Por qué no podemos decidir tan rápido
como ustedes sobre un par de zapatos, por ejemplo?. Es algo difícil de
entender, pero fácil de explicar. Pensamos en todas las posibilidades, entre
otras cosas, que combine con el vestido o ropa con los que los queremos usar,
que sea formales o informales según el caso, que sean altos o bajos, que sean
cómodos, que los podamos usar una segunda, tercera o varias veces, que estén en
buen estado, que estén de moda o que sean conservadores, etc. Es por eso que
tenemos 5 o 6 pares de zapatos negros: los informales, los formales, los
cerrados, los abiertos, las sandalias, los mocasines, las botas, los de tacón
alto, los de tacón bajo, etc. No se trata de entender, sólo de aceptar, porque
las mujeres, en este aspecto no vamos a cambiar; se puede decir que es una
cuestión genética. Nos preparamos para la escasez, para tener lo necesario cuando haga falta.
Tiendas,
dispongan de una sala de espera para sus clientes. Mujeres, busquen la sala de
espera para sentar a sus cazadores. Señores, busquen la salita y no gasten
energías, las recolectoras necesitan tiempo.