En un afán
de obtener lo que otros países ofrecían, se generó la importación y exportación
de alimentos y otros productos desde lugares lejanos en donde a su llegada,
perdían su frescura o simplemente, al ser procesados para durar en su largo
viaje, se carecía ya de la esencia que los caracterizaba en su forma original
por haber sido tratados con químicos o transformados para encajar con el país
de su destino. Por otra parte, los locales, cansados de consumir los productos
propios, también buscaron los de otros países, para dar variedad a su vida y
también para proyectar una imagen de mayor poder económico y cultural; pero
esto está llegando a su fin y el consumo de lo local está tomando fuerza en el
mundo, ya sea para apoyar a los productores locales, para consumir productos
frescos libres de químicos o simplemente, debido a una floreciente valoración
de lo propio.
En
Indonesia, hoteles de lujo pagan a Chamanes para que alejen la lluvia de sus
hoteles, tal es el caso de los hoteles Starwood y Accor. Lo que antes parecía
primitivo, ahora reviste un carácter atractivo para los turistas, lo cual
obedece a estar en contacto con la cultura local y apreciar lo que ofrecen
otros países en un entorno real.
En Sud
Tirol o Tirol del Sur, la empresa Lanz ofrece productos de la región, por lo
que muchos de los productos provienen de agricultores y productores artesanales
locales en más de un 90%. Con estas actividades, este supermercado reduce la
famosa “huella de carbono” o las emisiones de Gases de Efecto Invernadero a la
atmósfera, al comprar alimentos y artículos que se producen en un radio de unos
50km y al emplear a personas de las comunidades vecinas.
Pero también
los gobiernos organizan eventos para impulsar el consumo de los productos de la
localidad. El mejor ejemplo es la última edición del Festival de Especialidades
de la Región, celebrado el pasado 12 de octubre en Melsungen, Alemania, en
donde participaron productores artesanales de diversos artículos, agricultores
y un sin número de establecimientos que ofrecieron sus productos elaborados en
la región. Quesos, jabones, embutidos, miel, pasteles, comida y juguetes sólo
fueron algunos de los productos ofrecidos. Uno de los principales impulsores de
este festival, fue la organización Slow Food, que como explicábamos en una columna anterior, aboga por llevar una vida alejada del estrés y la tensión,
está en contra de la comida rápida y busca fomentar la sociabilidad y el
disfrute de los alimentos.
Esta
revaloración de lo propio ha llevado también a varios países a ofrecer, entre
su oferta turística, el “agroturismo”. Se trata de pasar las vacaciones en casa
de granjeros a las afueras de la ciudad, en donde los turistas tienen la
posibilidad de disfrutar haciendo las actividades propias de sus anfitriones.
Ordeñar vacas, limpiar el establo, elaborar pan o queso, son algunas de las
actividades que se ofertan. Aquí algunos ejemplos: http://www.agroturismosnavarra.com/ , http://farm.myswitzerland.com/
No hay nada
como lo local. El sabor de los alimentos frescos, los paisajes, las actividades
cotidianas, la cultura del lugar y su gente, son solo algunas de las muchas
cosas que no pueden viajar de un lugar a otro y que sólo pueden ser apreciadas
en su lugar de origen.