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Fuente: Periódico Síntesis 11.04.2016 |
Y es que en
este sentido, muchos voltean a ver el caso de México, Italia y Francia, que han
tomado medidas similares, para saber si la disposición puede ser viable o si al
final resulta contraproducente. Al igual que en nuestro país, la medida en
Reino Unido está destinada a reducir los altos niveles de obesidad infantil,
pues las investigaciones realizadas sugieren que los niños británicos de cinco
años consumen anualmente lo que equivaldría a su peso en azúcar. Se prevee que
de seguir así, la niñez de las próximas generaciones tendría un sobrepeso de
50% para los niños y de 70% para las niñas.
Aunque la resolución
entrará en vigor hasta el año 2018, el gobierno ya contempla recaudar unos 660
millones de euros (520 millones de libras) al año. Dinero que el gobierno
planea invertir en programas de promoción al deporte en las escuelas. Específicamente,
con este impuesto, se verán afectados los fabricantes de bebidas que contengan
más de 5 gramos de azúcar por 100 mililitros y con más de 8 gramos, pues el
impuesto será cobrado a los fabricantes en vez de exigir un “sobreprecio” a los
consumidores.
Pero no
sólo unos cuantos países están optando por esta medida. Organismos
internacionales como la Federación Internacional de la Diabetes (FID) propuso
que las epidemias de la obesidad y la diabetes se incluyan en la agenda global
de la reunión de líderes del G-20 y que no sólo se hable de temas políticos y
financieros, pues la enfermedad representa una enorme carga para la economía de
los países en la que se gasta entre un 5 y un 20% de su presupuesto para salud
(la diabetes tipo 2 está asociada con un alto índice de masa corporal). Si no
se hace algo pronto, la FID prevee que para el 2040 uno de cada 10 adultos en
el planeta tendrán diabetes y los casos pasarían de los 415 millones en el 2015
a los 642 en el 2014. Como resultado, el gasto destinado a salud en los países,
aumentaría.
Obviamente que para poder llevar a cabo estas medidas, los principales obstáculos han sido, como era de esperarse, la industria alimentaria; pero también e inesperadamente, los políticos. Es este el caso de México, en donde algunos legisladores han pedido que el país rebaje a la mitad el impuesto al azúcar.
Y no sólo
eso, lo peor del caso es que activistas pro-impuestos al azúcar han denunciado
que las empresas manipulan la información que se ofrece en los envases de los
productos ocultando así el contenido del azúcar que muchas veces llega a ser de
ocho a quince cucharadas para bebidas de 250 mililitros. Alarmante.
Estamos
pues ante un caso de salud global, pero también frente a un serio caso de
responsabilidad social. La pregunta que queda en el aire es ¿quiénes deberían
iniciar el cambio con el objeto de contribuir a mejorar los hábitos
alimentarios de la población, nosotros como consumidores, los gobiernos o las
empresas?. La respuesta ante tal interrogante debería ser “todos juntos", sin lugar a dudas.