Según el
informe “La nueva economía de los plásicos”, presentado este año en el Foro Económico de Davos, para el año 2050, en los océanos
habrá más plástico que peces. Y es que aunque en el mundo se están llevando a
cabo acciones para contrarrestar el uso de este material, los esfuerzos no son
suficientes, y lejos de erradicar su uso, éste ha ido en aumento, pues para
ciertos usos, no se han encontrado materiales substitutos. Es por ello que cada
año terminan ocho millones de toneladas de residuos plásticos en los océanos.
Y si se
trata de reciclar, según la ONU, sólo el 9% de los residuos plásticos se
recicla y el 12% se incinera; esto quiere decir que el reciclado no ha sido tan
eficiente como debería. Por lo pronto en Alemania ya se vislumbra la
posibilidad de prohibir el uso de vajillas de plástico desechables, así como la
implementación de un impuesto especial para cada estado por cada kilogramo de
residuos plásticos no reciclados.
Este
material está en todos lados y convivimos con él a diario. No tenemos que ir
muy lejos para analizar lo que está pasando. Trate de vivir sin plásticos por
un día, intente no comprar nada que esté compuesto de este material, que se
sirva o que esté envuelto en plástico, se dará cuenta que está en todos lados y
descubrirá lo absurdo de alguno de sus usos, como forrar los pepinos en
plástico. Aquí en Europa, aunque también se venden a granel, algunos pepinos
vienen forrados en plástico transparente para protegerlos, lo más absurdo es
que en la misma la pila de los pepinos en el supermercado, hay muchos pepinos
sin plástico, están en perfecto estado y cuestan lo mismo. Muchos productos que
se promocionan como “bio” también se venden en envolturas de plástico cuando en
realidad esto no es necesario; así, lechugas, pimientos morrones, limones y manzanas,
por mencionar sólo algunos productos, se comercializan en empaques de plástico.
No creo que
no haya nadie en el mundo que no esté enterado del problema y que desee ayudar
de alguna manera. Sin embargo, es más fuerte lo acostumbrados que estamos, no
sólo a los empaques de plástico, sino a los contenedores, al café para llevar y
en general a los platos y vasos desechables, que a veces pasamos por alto que
estamos contribuyendo a llenar el mundo de plástico.
La solución
se tiene que ir dando de manera gradual, por supuesto, pero tanto consumidores
como productores y todos aquellos involucrados en el diseño, distribución,
venta y promoción de un producto, deberían aportar ideas para solucionar el
problema.
No basta
con dejar de pedir u ofrecer bolsas de plástico en los supermercados, como
consumidores, tenemos que elegir aquellos productos que no sean de este
material, que no se sirvan, se empaqueten o se envuelvan en plástico.
Que tengan todos un buen inicio de semana.